Escollos gramaticales
Los escollos gramaticales se explican como la forma
incorrecta de expresiones lingüísticas tanto habladas como escritas. Es un tema
recurrente para redactores, escritores, locutores y en general todo aquel que
haga del lenguaje su herramienta de trabajo.
El empleo correcto del idioma en nuestro país, es un asunto
muy importante al que casi no se le ha prestado atención. Muchas personas
adultas, que incluso ostentan grados académicos, padecen la falta del manejo
escrito de la propia lengua. Esta circunstancia se debe a que de niños o de
jóvenes, no tuvieron una instrucción adecuada en la materia. Sin embargo, ésta
no debe ser una excusa ni una justificación para que nunca lleguen a superar
esta debilidad académica. Si existe un genuino deseo de mejorar la escritura,
es preciso que ésta se practique, junto con la lectura, con decidida constancia
y con voluntad inquebrantable. Sólo así será posible salvar con éxito los
escollos de la escritura, con los que todos podemos tropezar.
Algunas de estas expresiones mal utilizadas son: el gerundio,
el laísmo, el loísmo, el holismo y el leísmo.
Gerundio: En la lingüística, y en el contexto
particular de la gramática, el gerundio es una conjugación del verbo que
demuestra una acción; pero no está definida ni por el tiempo, el modo, el
número ni la persona. (Desinencia o terminaciones: -ando para la primera
conjugación (-ar); -iendo para las conjugaciones segunda y tercera (-er, -ir).
Laísmo: es el uso de los pronombres
personales "la" y "las" en función de objeto indirecto para
referentes del género femenino en lugar de las formas estándar "le".
En ciertos dialectos del español el laísmo es un fenómeno extendido. La
lengua castellana mantiene la antigua declinación latina y uso de los casos
latinos en los pronombres personales y la evolución de la lengua castellana
tiende a la eliminación total de los casos latinos.
Loísmo: es una peculiaridad de ciertos
dialectos del español que consiste en la sustitución del pronombre personal
"le" (que representa generalmente al objeto indirecto) por
"lo" (que se reserva, en dialectos no loístas, para el objeto
directo). Desde el punto de vista del español normativo la Real Academia
Española condenó el loísmo en 1874 y lo reconoce como un vulgarismo, por lo que
no es correcto el uso "loísta" en español normativo.
La lengua castellana mantiene la antigua
declinación latina y uso de los casos latinos en los pronombres personales y la
evolución de la lengua castellana tiende a la eliminación total de los casos
latinos, reflejo que tienen algunas personas en la tendencia a suprimir la
diferencia de funciones entre el complemento directo y complemento indirecto
por medio del género. El "loísmo" es un fenómeno paralelo al laísmo y
al leísmo pero mucho menos habitual, puesto que las entidades a las que según
la norma laísta/leísta refiere el pronombre "lo" raramente toman el
papel semántico habitualmente asignado al objeto indirecto
Holismo: trata de presentarse directamente
como un axioma para el nuevo planteamiento que se proponga resolver y a veces
no es expuesto como una hipótesis. Este es su principal problema de validación,
al ver si tiene las propiedades del método científico.
Leísmo: es la sustitución del pronombre
personal lo / la por le en la posición de complemento directo y en los verbos
que tradicionalmente rigen el caso acusativo.
Forma leísta
Al policía le golpearon a la salida.
Forma estándar
Al policía lo golpearon a la salida.
EJEMPLOS
A – HA / SINO SI.
SI NO:
condiciona
Regla práctica: Para saber cuándo
debes escribir SINO (junto) o SI NO (separado) intenta colocar inmediatamente
después de estas partículas la conjunción QUE.
Si la frase lo admite, escribe
SINO; en caso contrario escribe SI NO.
*El diputado no asistió, sino
(que*) prefirió quedarse en su casa. [*el que lo puedes omitir]
*No iré en bus, sino (que) en
avión
*El sino (destino) de mi vida es
estudiar
*Si no quieres ir, no vayas.
*Si no estudias, reprobarás.
NO DEBE, BEDE.
Siguiendo la norma, deber de + infinitivo expresa
‘posibilidad, suposición, conjetura o creencia’, mientras que deber + infinitivo significa
‘obligación’:
Yo pienso que detrás de todo esto hay una gran
operación financiera en la que debe de
haber personas de mucho peso. (Manifiesta una suposición).
Para alcanzar un acuerdo, ambas
partes deben mostrar cierta
flexibilidad. (Expresa una obligación).
Debería haber una ventana al otro lado. (Expresa una
obligación).
Debe de haber una ventana al otro lado. (Manifiesta una
suposición).
Es decir, y como regla nemónica,
cuando nos referimos a obligación de, necesidad de, conveniencia de, etc.,
debemos usar deber, ya que en sí misma la palabra implica la preposición de.
No obstante, a menudo se
confunden ambas perífrasis verbales, probablemente por su semejanza formal:
(INCORRECTO) La diversidad que
nos enriquece debe de unirnos en lugar de separarnos.
(CORRECTO) La diversidad que nos
enriquece debe unirnos en lugar de separarnos.
(CORRECTO) Deben de ser las tres, porque la
gente se va a comer.
(INCORRECTO) Deben ser las tres,
porque la gente se va a comer.
Según afirma el Diccionario
panhispánico de dudas, la norma culta admite también el uso sin preposición
para expresar conjetura o suposición:
(CORRECTO) Marianita, su hija,
debe tener unos veinte años.
El verbo deber, según el
Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, tiene los
siguientes significados:
1. Estar obligado a algo por la ley divina,
natural o positiva. U. t. c. pral. Deberse a la patria.
2. Tener obligación de corresponder a alguien en
lo moral.
3. Cumplir obligaciones nacidas de respeto,
gratitud u otros motivos.
4. Adeudar
(‖ tener una deuda material con alguien). Pedro debe mil pesetas a Juan.
5. Tener por causa, ser consecuencia de. U. t. c.
pral. La escasez de los pastos se debe a la sequía.
La secuencia deber de únicamente
debe usarse en el caso siguiente:
6. U. como auxiliar en las perífrasis, en las que
añade una nota de inseguridad o probabilidad al verbo principal. Debe DE hacer
frío.
Otra causa de esa confusión
podría ser —es solo una conjetura— que el hablante no culto no entiende el
verdadero significado de la preposición de y simplemente la emplea como
comodín; es decir, la añade o la suprime a medida que va hablando y
construyendo las frases y oraciones según le parece que «queda mejor» (como
ocurre con los dequeísmos y queísmos).
Cuando hablemos de posibilidad,
de probabilidad o de creencia o seguridad parcial, debemos usar deber de. No
obstante, con este sentido, la lengua culta admite también el uso sin preposición,
por lo que si se duda o se ha de hablar rápido y sin pensar, lo más seguro es
emplear siempre deber, sin preposición; claro que es aconsejable usar la forma
precisa en cada caso.
Ejemplos:
Si queremos expresar la necesidad
de firmar un acuerdo, deberíamos decir, en su caso, El acuerdo debería ser
firmado [~ tendría que ser firmado]... en lugar de *El acuerdo debería de ser
firmado...
Si, por el contrario, lo que
queremos expresar es duda sobre si el acuerdo ha sido firmado o no, podríamos
expresarlo como No lo sabemos con seguridad, pero el acuerdo ha debido de
firmarse [~ probablemente se ha firmado], ya que parece que hay ambiente
cordial...
SU / ASI MISMO; ASIMISMO
'Debemos evitar el uso anglicado
y galicado del posesivo en vez del determinante.
No se debe escribir:
Le costó la amputación de su pierna.
'; Eso es lo que dice el Manual
de Español Urgente de la Agencia EFE sobre el uso indebido del posesivo (su o
sus) por influencia del inglés o del francés, cuando lo correcto en español
sería utilizar un determinante: el, la,
los las, un, una...;; Ese uso
ajeno al buen español es muy corriente en las noticias sobre deportes ya que en
esa actividad son frecuentes los accidentes y las lesiones.
No es raro oír que tal o cual jugador se ha
lesionado su rodilla derecha; que tiene una fractura en su tobillo izquierdo o
que ha recibido un fuerte pelotazo en su ojo derecho.
En ocasiones no se trata de accidentes ni de
lesiones, sino de faltas punibles según el reglamento: 'Tocó el balón con su
mano derecha', o de jugadas que deben ser destacadas:
'Chutó con su pierna izquierda y logró el gol
del empate’.
Lo correcto habría sido decir:
'Se ha lesionado la rodilla derecha'; 'tiene
una fractura en el tobillo izquierdo'; 'ha recibido un fuerte pelotazo en el
ojo derecho'; 'tocó el balón con la mano derecha'; 'Chutó con la pierna
izquierda y logró el gol del empate', etc.;
Tampoco es correcta ni propia del español la
tendencia, también en las crónicas deportivas, a eliminar el determinante, en
frases como 'fulano se desplaza por banda derecha', 'mengano se adelanta y
dispara con pierna izquierda' o 'el balón se pierde por línea de fondo'.
Fernando Lázaro Carreter advertía al respecto en su conferencia 'El español en
el lenguaje deportivo' incluida en el libro de la Agencia EFE 'El idioma
español en el deporte'
LE, LAS, LE, LOS.
La sustitución del pronombre
personal lo/la por le en la posición de complemento directo y en los verbos que
tradicionalmente rigen el caso acusativo en español:
-
Forma leísta
-
Al policía le golpearon a la salida.
-
Forma estándar
-
Al policía lo golpearon a la salida.
El uso de los pronombres
personales "la" y "las" en función de objeto indirecto en
lugar de las formas estándar "le" y "les".
Cuando un "laísta"
dice:
-
La pegué; uno que no lo es entiende: que
"la cosa" referida fue pegada (con un adhesivo) y no
"golpeada" que es lo que el "laísta" quería decir.
El "le" indirecto es
ambiguo; para quitar la ambigüedad utilizamos un segundo pronombre con
preposición:
-
Dale un beso, a ella (a él).
La Real Academia de la Lengua
Española condenó el laísmo en 1796.
Esto se traduce en el uso de
"lo" y "los" en función de complemento (objeto) indirecto;
cuando el referente es del género masculino en vez de "le" y
"les".
Se produce por paralelismo con el
laísmo: "la" y "las" para el género femenino;
"lo" y "los" para el género masculino.
Un ejemplo sería:
-
"A lo que dijiste "lo" pude
haber dado más relevancia, pero no lo hice".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario